Mi cumpleaños por qué

Hasta los 7 años mi familia me festejó mi cumpleaños. A veces con más, a veces con menos, a veces con Coca y Frenchitas y otras veces con Taí y papas sueltas del almacen. Pero hubo festejo. Familiares, amiguitos. Invitación y bolsita. Piñata y regalos. Fiestita de cumple.

De los 7 a los 13 hay medio un limbo de comidas improvisadas o salidas gasoleras. Con un lunar. A los 10 el chongo de mi vieja nos llevó a mi y mis compañeros al Showcenter. Todo pago.

De los 13 a los 15, perdí un poco el entusiasmo. No lo admitía, no quería ser un anti, no lo pensaba demasiado, y medio que no recuerdo que hice en esos años.

De los 15 a los 18, aproveché esa costumbre de juntar 1 o 2 cumpleaños y armar una lista free en un boliche. Yo no me ponía en anti, no gastaba, y como era un boliche, no había mucho compromiso.

De los 18 a los 21 los padecí. Aun yendo a boliches, ya no lo soportaba. Solo deseaba que pase. En ese periodo hay dos grades hitos que marcan lo que sentí. A los 18, pase medio día con mi papá moribundo en un hospital, y hasta que me dieron los regalos, disfruté no ser el centro de atención. Disfruté la paz del hospital. Medio que se fue todo al carajo cuando la hija de puta de mi vieja me regaló unas zapatillas delante de mi papá, que jabía perdido la motricidad 10 días antes. El regalo de mi papá para ese cumpleaños, el ultimo con él, merece otro post.

El segundo hito, que marca ese periodo, fue al año siguiente. Mi familia organizó una fiesta sorpresa con mas de 50 personas. Asado, escabio, musica, luces. Fiesta a la que llegué tarde. Casi 4 horas tarde. 4 horas tarde porque preferí ir a cogerme a una villana que ni sabía que era mi cumpleaños.

De los 22 a hoy, dejé de simular. Blanquee con mis cercanos lo que me pasa en esa fecha, y pedí respeto y espacio. Costó. Mucho. Los primeros dos años forzaron torta con velitas, regalos y salidas. Me presionaron como pudieron. Y recién hoy me encuentro en paz con esta fecha.

La mayoria cree que no me gusta cumplir años por la gente que no está. Por los que extraño o los que no extraño pero no están tampoco. Es entendible, pero no siento que sea eso. Otros creen que es por mi miedo a envejecer, a volverme obsoleto, a dejar de ser joven. Pero mi miedo pasa más por una cuestión mental o fisica. Mi miedo es de todos los días. No es por cambiar un numero. Tecnicamente ayer tenia 25 y hoy ya teniendo 26, la diferencia es solo de 24hs. Solo envejecí 24hs. Porque envejezco todos los días. Es un buen punto, pero no es esto. Otros, creen que es para llamar la atencion. No lo descarto, aun cuando no lo creo. Pero de ser así, de necesitar atención, no limitaría el berrinche a 1 de 365, creo. Puede ser, pero no creo. Una persona, muy observadora, se dio cuenta que en cumpleaños ajenos, me fastidio con ciertos rituales y cree que yo evito eso. Digo, y es verdad, hay cosas dd las fiestas de cumpleaños que odio. La foto posando, que no es recuerdo de nada más que de ese momento de obligación. O los organizadores del evento, la familia, tratando mal al resto para que todo salga perfecto, convirtiendo la fiesta en una obra de teatro. Si, re puede ser. Pero no creo, no sé.

La realidad es que no tengo claro. No se si es todo lo de arriba junto, o algo que aun no descubri. No sé si es temporal, o para siempre. Quizad no hay motivo, quizas es algo que no puedo explicar. No entiendo del todo como explicar lo que no te gusta, no sé. Juro que no se explicar por qué no me gusta la morcilla, tampoco. Quizas con el 24 de octubre pasa lo mismo

No sé, feliz cumpleaños por qué, Ale.

El click

Nací, crecí, viví y aun vivo en Nueva Pompeya. El barrio de mi papá, de mis abuelos, de mis bisabuelos. Barrio laburante, popular. Barrio postergado, al sur de Capital. Barrio del que nadie se hace cargo, el porteño dice que es provincia y el de provincia dice que es Capital. Barrio que hace casi 3 decadas alberga un tercio de la villa 21-24. O Villa Zavaleta, para los amigos.

Nueva Pompeya no es zona de guerra, pero es picante. No es zona de barras o mafias, pero es picante. Es barrio. Barrio de antes. Pero es picante como lo eran todos los barrios de un tiempo anterior. Barrio de manos a manos, barrio de «en el piso no se pega», barrio picante. Pero no es peligroso, no es un paraiso de delincuencia. O por lo menos no lo es a la altura de su fama. O su estigma.

Te pueden punguear en Palermo Soho o Las Cañitas. En Pompeya tambien, si.

Toda mi vida fui rechazado por taxis y remises, a la hora de solicitar un viajr a casa. «A Pompeya no vamos», «No, ahí no, es peligroso». El GPS, asombroso invento, no demoró mucho en catalogar Pompeya como zona peligrosa. Maldita gallega.

La prueba a la que siempre recurria a la hora de defender mi barrio, era el record familiar. Solo a dos integrantes de mi familia les habian robado, y a uno fue atendiendo un comercio. Tecnicamente no le robaron a ella.

Todo este preambulo es más que nada porque quería escribir sobre el click. Si, el click. El ruido que me quedó en la cabeza el día que se materializó el estigma, el día que todo lo que negaba (Y aun hoy niego un poco) pasó. Me robaron. En mi barrio. Y me dejaron un click en la cabeza para toda la vida.

Pongamos en contexto. Año 2010. 18 años recien cumplidos y mi papá enfermo a punto de morir. Había ido a jugar un torneo por plata, del que me echaron. En ese momento no controlaba mucho mis reacciones.

Volví caminando a casa. Tenia 10 pesos(En esa época, poco mas de 1 dolar), un celular feito,un par de botines rotos y nada más.

Dos chicos me abordaron, y a punta de pistola me sacaron todo. Todo menos una cadenita, regalo de mi papá.

Cadenita por la que forcejee, y que defendí. Y cadenita por la que me pusieron el arma en la frente. Cadenita por la que cerré los ojos, y ya fue.

Y escuché un click. Un clicl metalico,un click con vibración posterior. Estoy seguro de lo que escuche, pero nunca estuve seguro que fue. Me gustaba creer que era una bala que se trabó, que me salve de milagro. Hoy me gusta creer que el click fue mi imaginación, o un anillo contra el arma.

El tiempo altera el recuerdo, las formas, las palabras, los colores. En 10 años quizas mi recuerdo de este día es distinto. Como lo era hace 5 años, o el día posterior.

Pero el click es el mismo.

El click que escucho cada vez que paso por esa cuadra.

Click.